jueves, 23 de abril de 2020

Tercer día del triduo Santo Hno. Pedro


Escuchar la canción: 

https://soundcloud.com/user-551314233/3-alma-caritativa-master

El guía dice:

MONICIÓN: Situado en medio de una joven sociedad colonial en la cual también se advertían los signos del pecado de opresión, esclavitud, indiferencia religiosa y apego desmedido a las riquezas, el Hermano Pedro emprendió lo que puede parecer un extraño apostolado de asistencia más allá de las dádivas materiales, cuando al final de la jornada diaria recorría las calles de la ciudad de Santiago de los Caballeros llamando a las conciencias de sus contemporáneos con aquel dicho que la memoria popular recuerda: Acordáos, hermanos, que un alma tenemos, y si la perdemos, no la recobramos. Palabras que hoy nos advierten que no debemos prescindir de Dios en nada de cuanto hacemos o emprendemos. En ese apostolado suyo, descubrimos valores perennes de la Evangelización auténtica.



a) El evangelizador verdadero no condena definitivamente a nadie, pues si lo hiciera estaría fuera del plan de Dios quien desea que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (cfr. 1Tm 2, 4). Más bien, el evangelizador auténtico imita al Buen Pastor que dejando las demás ovejas, va en busca de la que está perdida (cfr. Lc 15,4), sabiendo que hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte, que por muchos justos que no necesitan arrepentirse (cfr Lc 15, 7).

Por este camino logró el Hermano Pedro sensibilizar muchos corazones tenidos por ajenos a la verdad y duros ante la caridad. Son famosas las conversiones que con su llamado logró en todos los estratos sociales.

Aún hoy, en los inicios de este nuevo milenio, para la conciencia cristiana sensible a la acción misionera parece resonar su llamado a no olvidar que el amor de Dios se ofrece especialmente a quien se siente alejado de Él, pues el Señor no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva (cfr. Ez 33, 11).

TODOS: Acordaos hermanos, que un alma tenemos, y si la perdemos, no la recobramos.

b) El evangelizador propone el plan de Dios a un mundo dominado por el afán de las riquezas, la ambición del poder y la indiferencia regida por el placer, como en cierta medida debió serlo aquella sociedad colonial de Santiago de los Caballeros que conoció el Hermano Pedro. En ella supo reconocer todo tipo de pobreza en los hombres y mujeres de su tiempo. Fue testigo de la pobreza material, pero sobre todo de las pobrezas espirituales que cierran los corazones al hermano y los tornan indiferentes a la misericordia. A ellos el Hermano Pedro les descubrió el verdadero tesoro por el que hay que luchar en la vida: el Reino de Dios presente ya en el amor a los más necesitados (cfr. Mt 6,19-20; Lc 12, 33-34).

En su llamado profético a la conciencia de sus contemporáneos, el Hermano Pedro les advertía del peligro de perder el alma; insistía que la  dimensión espiritual que nos lleva a amar a Dios, debe ser la mayor riqueza de todo ser humano. Con lenguaje muy expresivo, exhortaba a sus contemporáneos:

Examina bien tus obras, y huye de la vanidad,
que a muchos ha derribado, sin que se puedan levantar.
En esta vida prestada, donde el bien vivir es la clave,
el que se salva: ¡ese sabe!,
que si no, no sabe nada...

Haz aquello que quisieras,haber hecho cuando mueras...
Arrendadorcillos: comen en cubiertos de plata, y morirán en grillos.

TODOS: Acordaos hermanos, que un alma tenemos, y si la perdemos, no la recobramos.
 Padre nuestro... 


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